La estancia más privada de la casa requiere una buena planificación para convertirse en un verdadero refugio para descansar y reponer fuerzas. Debemos tener en cuenta desde aspectos relacionados con la comodidad y la practicidad, como la elección de la cama y la distribución, hasta otros relacionados con el bienestar, como los materiales y el color elegido para las paredes.
Debemos elegir la estancia más tranquila para situar el dormitorio, alejada de la entrada y de las zonas más vividas – como el salón o la cocina – y, si puede ser, con las ventanas orientadas hacia el interior y no la calle. En cuanto a la distribución del dormitorio, lo habitual es que gire en torno a la situación de la cama y la entrada de luz natural. Lo ideal es colocar la cama en perpendicular al ventanal, para que disfrute de una iluminación suficiente que no deslumbre, y asegurarse de que cuenta con un perímetro de unos 70 cm alrededor para poder moverse sin problemas.
En cuanto a la elección de los muebles, no debemos llenar en exceso el espacio con piezas superfluas y elígelos en proporción a los metros con los que cuentas. Al tratarse de una estancia pensada para el descanso, siempre que puedas, evita ubicar en ella una zona de trabajo, ya que te remite a la vorágine del día a día.
Además de sus efectos decorativos, el color tiene la capacidad de modificar los ambientes e influir en el estado de ánimo. Precisamente, por su efecto sosegado y relajante, los colores fríos como azules, malvas y verdes son muy adecuados para estancias de descanso. También lo son los neutros, por su efecto tranquilo sobre las paredes y su capacidad de teñirse de los tonos que llegan de la mano de los muebles y complementos. Por su parte, los colores pastel, suavizan el impacto del color y logran que las habitaciones se vean más grandes.
Antes de elegir un color u otro, debemos fijarnos en la incidencia del sol durante el día. En estancias con mucha irradiación – orientación oeste – optemos por tonos fríos que la compensen y la enfríen. En cambio, en las más oscuras – orientación norte – elijamos colores más claros y luminosos.
La iluminación debe ser adecuada a las necesidades y usos. En general, este no precisa una luz general muy potente, por lo que conviene alejar las lámparas suspendidas o los halógenos de encima de la cama, ya que deslumbran. Lo mejor es una combinación de iluminaciones puntuales en zonas concretas, como frente al armario, y el espacio junto a la cama. Junto a esta lo más conveniente son las luces tenues.
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