Las casas abuhardilladas son coquetas y acogedoras. Sin embargo, la pendiente de los techos hace muy difícil decorarlas y amoblarlas bien. La decoración debe ser intimista y sencilla, de ser posible sin un estilo concreto de muebles, creando así un ambiente atemporal, que pudiera perdurar en el tiempo y no pasara de moda.
La diversidad de materiales y la presencia de muebles de distintos estilos dan la impresión de una casa abigarrada, esto se consigue también con la ausencia de muebles en las paredes y la puesta de colores claros y tejidos naturales con un toque informal.
Nada es desechable, al combinar distintos materiales como el hormigón, la madera de haya y la piedra estamos creando una casa abierta, muy versátil. Lo más insignificante puede convertirse en una pieza única si sabemos cómo trabajarlo. Por ejemplo, las lámparas fabricadas a partir de restos y amasijos.
Para reducir el efecto del techo bajo optamos por un collage de cuadros, colocándolos alienados en una misma pared a una altura media, sobre un sofá por ejemplo, en lugar de diseminarlos por toda la casa de manera aislada.
Al reformar y anexionar espacios, pueden surgir vértices que se pueden aprovechar para colocar muebles auxiliares como un reloj, una lámpara, etc.
Para lograr el cambio y aligerar el ambiente, hay que elegir texturas naturales como el lino, el hilo o el algodón en colores tierra o pasteles. Los lugares de luz natural deben aprovecharse para disponer un rincón de lectura y descanso.
Si existiera un techo abuhardillado en el dormitorio, en lugar de colocar una cabecera, o dejar la cama sin cabecera, lo más acertado es colocar una balda de obra, que aporta un ambiente natural y desenfadado.
En lugar de alfombras, que visten mucho una casa, es preferible utilizar jarapas, que son más frescas y gracias a sus motivos étnicos, añaden cierto exotismo a la habitación.
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